Son muchas las ocasiones en las que los pequeños retan las normas que les ponemos los adultos y actúan desobedeciendo. Su respuesta en un no por sistema y hacen lo que les da la gana.
Los adultos somos los encargados de enseñar a los más pequeños lo que pueden y no pueden hacer. Nuestra labor es ponerles límites y normas que contribuyan a su bienestar. En este proceso es normal que los niños y niñas experimenten y pongan a prueba nuestra autoridad, es algo lógico ya que están formando su identidad y personalidad. Están probando hasta donde pueden llegar y cuál será la consecuencia de sus actos.
Por eso es importante entender la situación y mantener la calma, aunque estos comportamientos puedan llegar a desesperarnos.
¿CÓMO ACTUAR ANTE LA DESOBEDIENCIA DE LOS NIÑOS/AS?
Procura mantener la calma, no enfadarte y ponerte en su lugar. Están poniendo a prueba las normas. Quieren saber hasta dónde pueden llegar. Si te pierdes los nervios entras en una lucha con ellos, te harán menos caso.
Ten en cuenta la edad y la etapa en la que se encuentra el niño/a.
Establece límites y normas concisas y claras. Deja claro lo que sí pueden y lo que no pueden hacer.
Sirve de ejemplo. Si ponemos unas normas, nosotros también debemos seguirlas. Debemos ser consecuentes con las normas que ponemos. Los niños y niñas aprenden más de los ejemplos que ven, que de lo que les ordena. Si le dices que no tiene que gritar, has de evitar gritar tú, si no quieres que coman con la televisión no debes hacerlo tú, por ejemplo.
Refuerza el buen comportamiento y castiga el mal comportamiento. Las conductas se mantienen o desaparecen según las consecuencias que se obtengan de las mismas. Toda consecuencia ha de seguir a la conducta deseada o indeseada. Como refuerzo dale cariño, verbaliza lo bien que lo ha hecho, prémiale con tu atención. Como castigo utiliza el tiempo para pensar, busca un rincón para pensar, debe saber que cuando desobedezca ira al rincón de pensar, no le amenaces con ello (frases tipo: “te voy a llevar al rincón de pensar”), llévale allí en cuanto sea necesario. Si se va del rincón de pensar (suelen hacerlo), mantén la calma, no te alteres y vuelves a llevarle allí, explicándole que cuando se comporte bien puede salir de allí.
Siempre dile lo que ha hecho bien o mal y lo que tiene que hacer, para que lo relacione con la consecuencia. Con niños/as más mayores razona con ellos, explícales las normas. Deja que se equivoquen y que comprueben las consecuencias de sus actos (cuando no recoja, no lo hagas tú, si no hace sus deberes, no le ayudes a última hora, etc.). Ayúdales a decidir y a tener confianza.
Escoge tus batallas y distrae su atención. En muchas ocasiones, el niño está reafirmando su identidad. Es decir su desobediencia viene de ahí. Si distraes su atención con otra cosa, conseguirás que se olvide que quiere esto o aquello.
No olvides que cuando les riñes, te desesperas y estas encima de ellos, captan tu atención y estas reforzando la conducta que quieres que desaparezca. Sienten que te ocupas de ellos que no pasan desapercibidos.
Por último es importante tener en cuenta que en ocasiones la desobediencia es debida a otros factores, como un déficit de atención, hiperactividad, etc. Presta atención a estas características:
Parece que no escucha cuando se le habla, y hay que repetirle las cosas.
Suele olvidarse de las cosas y no presta atención en lo que tiene que hacer.
Le cuesta entretenerse con algo.
No se está quieto ni un minuto
Desafía constantemente y no sigue ninguna norma.
En estos casos, acude a un especialista.
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