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miércoles, 19 de noviembre de 2014

¡Cuidado con las etiquetas! ¿Qué actitudes quieres propiciar en tus hijos?

Cuando escuchamos que sale de nuestra boca la frase: “Eres…”, debería sonar interiormente una alarma que nos prevenga que estamos a punto de decir algo que marca a nuestros hijos.
El niño va construyendo su identidad en relación a imágenes y mensajes que les brindan los demás. Entonces, un niño que escucha constantemente: “eres un bruto, eres malo, eres distraído, desordenado, eres una mandona, mentirosa, etc, irá construyendo una idea de sí mismo en relación a esos mensajes recibidos por su entorno, y cuanto más cercanos e importantes para él son los seres que las pronuncian, más fuertes serán esas etiquetas que quedan prendidas en el subconsciente.
Es impresionante la fuerza que pueden tener nuestras palabras o nuestras creencias acerca de ellos, que también las manifestamos con gestos, miradas y tonos de voz.
Es importante tomar conciencia que al repetir constantemente una frase al niño, terminamos afirmando la conducta que muchas veces buscamos corregir. Nuestras afirmaciones sirven como una especie de fijador a nivel inconsciente.
A base de escuchar muchas veces lo mismo, el niño termina convenciéndose de ser lo que otros le dicen que es.
“¡Siempre el mismo desordenado, ¿cuantas veces te tengo que repetir lo mismo?!”
En vez de que estos comentarios vuelvan al niño más cuidadoso, cada frase sólo sirve para anularlo y confirmar su falta de atención u orden. Inconscientemente el niño experimenta, “No me queda de otra, como dice mi madre/padre, soy y seré siempre desordenado”.
Sería muy diferente escuchar: “me molesta encontrar la sala desordenada… ¿puedes colaborar por favor?”.
Cuando ponemos nuestra atención en lo que no nos gusta, creyendo que señalando constantemente lo que hace mal a través de una crítica lo ayudará a cambiar, justamente obtenemos lo contrario, lo alimentamos, y en vez de desaparecer, crece.
A base de recalcar los defectos o deficiencias de nuestros hijos, los convencemos de ser lo que no queremos que sean. Por eso es que criticar, sermonear y regañar, no funciona. Cuidado con los mensajes más frecuentes que sueles darle a tu hijo, para que en lugar de fijar los comportamientos que no deseas, lo ayudes a cambiar.
Pensemos en sus cualidades, aquellas fortalezas que podemos ver en él, siempre podemos encontrar algo positivo que rescatar: “gracias por cuidar a tu hermana mientras yo preparaba la cena”, “defendiste a tu amigo cuando otros lo criticaban”, “pusiste mucho esfuerzo para terminar esta tarea sólo”, etc.
La motivación es el camino, veamos sus capacidades, siempre encontraremos algo para destacar positivamente si no esperamos la perfección.
Si te enfocas en lo positivo que tu hijo tiene, a él no le quedará más remedio que mostrarte lo mejor de sí mismo!

Lic. Vanesa Gómez
Psicopedagoda
Directora de Disciplina Positiva Argentina

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